sábado, 17 de marzo de 2012

Capítulo 23: Como si fuera un sueño ...

Bajé lentamente las escaleras. Parecía que Debby ya había vuelto, pero como siempre, tenía que abrir yo la puerta. Jack vestía unos pantalones negros y una sudadera blanca. Me observó de arriba abajo y luego me sonrió.
-Lo siento… No me ha dado tiempo a cambiarme de ropa- dije mordiéndome el labio inferior.
Ignoró lo que había dicho y me dijo:
-Hola, Liza.
Sonreí y no supe que hacer en aquel momento.
-¿Dónde me llevas hoy?
-Es una sorpresa, pero te va a encantar, tan sólo puedo decir eso.
Sonreí y me dirigí hacia él. Su frente quedó pegada a la mía, y tan sólo unos escasos centímetros separaban nuestros labios. Podía sentir su respiración. No estaba nervioso, yo tampoco, para ser sincera.
Me cogió de la mano y me llevó a su coche. En aquel momento no me apetecía hacer nada, quería seguir durmiendo, quería volver a ver a aquella mujer.
-Escucha Jack, tú estás con Madeleine, no deberías hacer esto- No supe por qué había dicho. Debía de reconocer que le quería, pero el amor no se podía sembrar en aquel momento.
-Tan sólo te estoy invitando a ir a un lugar que te gustará… Nada más- me contestó medio sonriendo.
-Está bien, vamos.
No sabía como conseguía convencerme, eso era lo que más me molestaba.
Tardamos una hora en llegar al “Bosque Dorado”. Nunca había estado allí, ya que no estaba en Darkness, pero había oído que era un lugar muy bonito. Se llamaba así el bosque porque en otoño las hojas de los árboles caduca tornaban su color a un tono ocre, lo que por así decirlo, aportaba un color dorado al paisaje. Pero esa no era nuestro destino, no, Jack quería ir más lejos. Subimos a la cima de una montaña. La tierra era fértil, una fina capa de vegetales cubrían el suelo, pero lo que más destacaba en aquel paisaje era un roble cuyas ramas y hojas hacían que su copa fuera grande y que sus hojas llegasen casi a tocar el suelo. Sólo me bastaba saltar para poder tocar una de las hojas. El paisaje era precioso, y si te acercabas al borde de la cima podías sentir que volabas. Jack estaba sentando en el borde de la cima y yo me senté junto a él.
-Es bonito este lugar- dije mirando al cielo estrellado.
-Si, mira si te tumbas puedes casi tocar el cielo- me dijo mientras se tumbaba.
Hice lo mismo y me tumbé. Jack miraba el cielo con nostalgia y sus ojos brillaban. Me cogió la mano y la apretó con fuerza.
-Hacía tiempo que no me sentía así de bien- dijo con una sonrisa.
-¿A qué te refieres?
-A ti. A como estamos ahora. Liza, tú eres diferente… Y aunque no te lo creas, yo te quiero.
Se giró para verme la cara y me acarició la mejilla izquierda. Los ojos de Jack me miraban y yo en aquel momento no sabía qué hacer, quería que todo ocurriese de manera no forzada, y así fue. Besé a Jack en los labios. El tiempo se paralizó durante unas cuantas horas, disfruté de cada risa, de cada mirada. Él y yo, en la cima de una montaña, haciendo pretender que lo que estábamos intentando crear era posible. Fueron las horas más maravillosas de mi vida. En aquel momento me dí cuenta de que le amaba… Y que aunque las estrellas nos estuvieran viendo, sabíamos que aquella noche iba a ser un secreto entre los dos; a partir de aquel momento, no podría evitar sacar una sonrisa de mi boca al cruzarme con Jack.

sábado, 3 de marzo de 2012

Capítulo 22: ¿Creer o no creer?

Salí de la biblioteca y volví a casa. Eran las tres y media cuando llegué a abrir la puerta de mi habitación y pude derrumbarme sobre la cama. Cansancio, eso es lo que sentía. Cansancio de todo, no quería volver a meterme en ningún otro lío. La imágenes de aquella mujer con rostro apenado, se cruzaron por mi mente. Entonces pensé en la mancha de sangre que había justo en el nombre de mi hermana y luego los focos … Mi respiración se aceleraba y un “No puede ser” se asomaba por mi boca. La persona que había matado a aquella mujer quería matar a Debby. ¿Por qué? No lo sabía. Cerré los ojos con fuerza e intenté olvidar aquel pensamiento. No volví a abrir los ojos. Entré en un profundo sueño …

Estaba en la tienda de aquella mujer que me ayudó a salvar a Ariana y a Alex. Podía ver su rostro. Manos llenas de cicatrices, y lo que más destacaba en su cara: la verruga. Estaba en la escena donde me pidió que debía de firmar con sangre un papel. Entonces vi cómo una pequeña gota de sangre salpicaba sobre el papel. Poco a poco esa pequeña gota se hacía más grande hasta extenderse por toda la superficie del folio. La mujer me sonreía con pena y luego había entendido que me había dicho que no debía de haber acudido a ella. Recuerdo que eso no había ocurrido de verdad, ella no me había dicho eso cuando estuve allí, pero parecía que me lo estaba diciendo realmente en aquel momento.
-Tu madre te echa de menos- me dijo.
Ahora todo era oscuro, las calles, la tienda, todo era oscuro. No podía verla, pero la sentía cerca. Sus palabras repicaban en mis oídos y entonces me estremecí al oír decirla eso sobre mi madre.
-Tu madre era una buena mujer, pero tenía demasiados enemigos- continúo diciendo-. De hecho, intenté ayudarla pero rechazó mi ayuda, y entonces fue cuando recordé lo mucho que la odiaba. Imagino que no sabes cómo murió.
-No- susurré.
Oí una pequeña risa surgir de su boca.
-Eso está bien, de hecho, no deberías de saberlo. Ahora escúchame Liza, imagino que sabes quién soy, ¿verdad?
-Si- contesté precipitadamente.
-Muy bien. Quiero decirte principalmente que sé una manera para que veas a tu madre. ¿Qué me dices?
- Yo … la echo de menos.
-Lo sé. Por eso te estoy dando la oportunidad de poder verla.
-¿Y qué tengo que hacer?
Volví a oír su risa.
-¿Quieres mucho a tu madre, verdad?
Asentí lentamente.
-Lo que tienes que hacer es entregarme tu alma.
-No puedo hacer eso.
-Claro que puedes. Ariana y Alex lo hicieron, tú también puedes. Créeme, si no las hubieras clavado esa espada, podrían seguir viviendo igual, de hecho, podrían vivir mejor que ahora…
¿Ariana y Alex habían entregado sus almas a aquella mujer? Eso era imposible. Ellas eran felices, no había ninguna razón para hacer aquella tontería. Algo tramaba esa mujer, tramaba algo que no me gustaba.
-No voy a entregarte mi alma.
-Sabía que ibas a decir eso. Eres igualita a tu madre- Me estremecí. No sabía qué pretendía-. Pues escúchame muy bien, Liza; tarde o temprano, querrás darme tu alma.
-No, ni tarde ni nunca. ¡Nunca te daré mi alma!
-Eso ya lo veremos, por ahora eres muy feliz, pero haré todo lo posible por conseguir ese alma tan bonito que tienes.
-No lo entiendo …
-No hay nada que entender, simplemente quiero tu alma.
-¿Por qué?- No sabía si debía de haberlo preguntado.
-Tu alma es blanca, pura como la nieve. Con tu alma podría vivir mucho tiempo, podría vivir nuevas experiencias y de hecho estaría tranquila tras haber sabido que mi vida aún valía la pena cuando estuviera realmente muerta. Si vieras mi rostro, si vieras por lo menos como estoy por dentro, lo entenderías. Mi vida es un asco. Llevo ahogándome toda mi vida, no encuentro ningún barco que me pueda ayudar.
Tu madre. ¡Oh tu madre! Ella era encantadora, éramos amigas, pero cuando se casó con el hombre más rico de Darkness dejó de hablarme para no perder su reputación. Tú no sabes cómo era la vida de tu madre antes de que nacieras, pero con lo que te he explicado, ya tienes una idea para saber cómo era su vida, cómo era nuestra vida. Nos juramos lealtad, pero ese juramento desapareció cuando la guerra llegó a Darkness. Ella me mató para salvar su vida de los Victoriosos. Esos malditos querían hacer que la gente sufriera … Si querías vivir tenías que matar a tu hermano, a una persona de tu propia raza. En aquella época, ni el más rico de todos podía salvar su vida dando la mayor de sus riquezas.
Cuando la guerra terminó, estuvo todas las noches vagabundeando por su asquerosa habitación diciendo que lo sentía mucho. Todo eso lo oía desde el otro lado. Sus llantos, las palabras que decía cuando rezaba. Se lamentaba por haberme matado. Conseguí estar en el mundo de los vivos durante unos años, gracias a que utilizaba muchos cuerpos para disfrazarme. Un día, vi a tu madre caminar por la calle. Una ira tremenda me recorrió el cuerpo cuando vi cómo aún seguía respirando. Ella notaba mi presencia, y aunque creyese que yo no era real, que era producto de su imaginación poder verme, todo ocurrió de verdad. Eso era lo que pretendía, hablarla desde el otro mundo, asustarla. Entró en estado de locura y empezó a lanzarme maldiciones, pero sus estúpidas palabras eran en vano, no iba a conseguir que me fuera tan rápidamente. Ella no quería que nadie se enterase de lo que veía … Si, tu madre estaba muy loca.
Su marido, murió tras finalizar la guerra. Años después ella había heredado la riqueza de su difunto marido y reconstruyó poco a poco su vida. Lauren, tu madre, era muy honrada. Angela, tu abuela, acogió a su hija en su casa tras saber la noticia de la muerte de su marido. Años más tarde os tuvo a Debby y a ti. Yo quería volver a vivir. Tenía envidia. Me moría de la envidia. Ella y sus dos hijas junto a su nuevo marido vivían felices en una bonita casa… Desde entonces, ya no podía acercarme a ella. Me lanzó una maldición en cuanto supo que estaba en el “mundo de los vivos” de nuevo y me devolvió a mi verdadero mundo, a lo que yo lo llamo “El otro lado”. La vida fue muy injusta conmigo, necesito volver a respirar aire fresco.
-¿Quieres que muera?
-Te pareces mucho a tu madre. No creo que se haya reencarnado en tu cuerpo, a veces pienso cómo sería mi vida si no me hubiera matado.
Esa no era la respuesta que quería escuchar. Si ella también cambiaba de tema, yo también lo iba a hacer.
-Y dime, ¿cómo te llamas?- pregunté.
Ignoró mi pregunta y siguió hablando.
-Tu madre está muerta.
-Tú también lo estás- contesté.
-Te equivocas … Yo no estoy muerta. Estoy entre la vida y la muerte, dependo de almas para poder vivir. No soy una Perseguidora, pero podría decirse que soy una especie de esa clase de persona. He matado a mucha gente para poder yo vivir, pero ninguna me ha servido para vivir largamente , o por lo menos hacer que pudiera sentir lo que realmente tocaba. Con tu alma sí puedo hacerlo…
-Si tú puedes hacer eso, ¿por qué mi madre no lo hace?
- Porque tu madre no quiere vivir.
Me quedé callada unos segundos, conteniendo una lágrima que parecía asomarse ya por mis ojos.
-No hay tiempo para lamentarse. Sé que necesitas a tu madre, y que ella te necesita a ti. Yo podría hacer todo lo posible para que la vieras.
-¿Y por qué no quiere vivir?
-Cree en la teoría de que cuando una persona muere, ya no puede vivir, y aunque pudiese, no lo haría, no volvería a volver al mundo de los “vivos”. Entonces la única manera que tienes de poder volver a verla es ir tú a su mundo, si es que quieres verla …
-Si, quiero verla.
-Entonces me tendrás que dar tu alma.
-No puedes pedirme eso. ¿Por qué mi alma?
-Porque sé que tarde o temprano querrás dármela, no querrás vivir aquí.
-Eso es mentira… Eso no ocurrirá.
-Ya lo comprobarás pronto, ahora me tengo que ir.
-No te conozco… ¿Por qué quieres matarme? Si no tienes alma, ¿cómo puedes recordar la historia que me acabas de contar? ¿Cómo puedes recordar a mi madre? ¿Cómo sabes que mi alma funcionará contigo?
-No tienes por qué conocerme. No lo sé. Simplemente no lo sé. Pero creo que esas cosas tan desastrosas, uno nunca las olvida. Por eso quiero tu alma, para olvidar y seguir recordando, a lo mejor no consigo olvidarlo ya que eso ya forma parte de mí, pero quiero volver a vivir. Estoy segura de que tu alma me servirá, si no, yo no estaría aquí, hablándote en este sueño. Parece ser que ya tengo una buena manera de comunicarme contigo, Liza. Me tengo que ir, ya nos veremos pronto, cuando tomes la decisión. Tómate el tiempo que quieras …
-¡Espera!- No sé cómo tuve el valor de decir aquello en vez de dejarla ir de mi sueño - ¿Era aquel tu verdadero rostro, la cara que vi la primera vez que nos vimos?
-No, ese cuerpo lo cogí de una señora llamada Julieta, una Perseguidora. Créeme, tengo muchos rostros y creo que eso es en lo que se basa este mundo: Las personas tenemos dos rostros, o mejor dicho, podemos tener los rostros que queramos, podemos ocultar o no cosas … Todos tenemos un secreto en el fondo de nuestro alma, y mi alma se ha ido, llevándose consigo ese secreto que tenía guardado bajo llave. Pero lo agradezco…



Abrí los ojos precipitadamente. Dicho esto, la mujer se evaporó de mi cabeza. Ya no la podía oír …
No me podía creer lo que había dicho anteriormente sobre mi madre. ¿Ella no quería vivir? Cualquier persona muerta querría vivir otra vez … Como ella, la mujer que tenía muchos rostros. Ella había sido sincera conmigo, pero no me había dicho una cosa que quería saber pero a la vez algo en mí me decía que no debería de saberlo: ¿Cómo había muerto mi madre? ¿Por qué había muerto? Si quería que me arrepintiese de vivir, sólo necesitaba contestarme aquellas preguntas. Giré la cabeza hacia el reloj y me di cuenta de que eran las ocho y media. Jack llamaba a la puerta.