domingo, 25 de septiembre de 2011

Capítulo 7: ACUERDO CON UNA BRUJA


Pude ver la silueta de la sombra. Era realmente estremecedora, su silueta era humana, su nariz era respingona y tenía una verruga cerca de ésta. Su mirada inquietante miraba mi mano. La verdad es que no sabía qué hacer, si acercarme a ella o mantenerme distante a ella.
-¿Qué necesitas?-me preguntó con su voz chillona.
-Verá… necesito que me ayude a … saber que les ocurre a unas amigas mías, ya que creo que puede que haya “extraño” en ellas.
-Nombres- dijo rápidamente.
-Ariana y Alexandra-contesté.
La señora anciana, me invitó a pasar a una pequeña sala en el que había m
uchísimos libros de brujería, pero lo que más destacaba era una bola brillante. En ese cuartucho, los libros estaban unos encima de otros, había telarañas por los rincones del techo y una pequeña vela era la que permitía ver todo eso.
-Siéntate-me dijo señalando una silla.
Tomé asiento y ella hizo lo mismo. Se concentró y cerró los ojos. La luminosa llama de la vela danzaba, mientras que el silencio que nos recorría estaba aún más presente.
-¡Bien!- dijo gritando y haciendo que me asustara.

Volvió a cerrar los ojos y puso sus manos en la bola de cristal.
-Poderes del cielo, dadme alguna señal, para que esta chica vuelva a encontrar a sus amigas.
La bola de cristal se iluminó y vi a mis amigas con el traje de sirvienta tumbadas en un sótano mirando el techo. Sus ojos mostraban un color negro intenso, parecía que estaban vacías por dentro. Forcé mi vista intentando ver lo que las rodeaba pero las imágenes de repente, se esfumaron y la bola se volvió a quedar en blanco.
-¿Qué ha pasado?-dije mirándola.
-No podía forjarme a ver más imágenes.-Había algo en ella que me estremecía.- Y bien …
-¿Por qué están allí?
-Porque las habrán quitado el alma y se habrán echo pasar por ellas.
-¿Cómo?-me alteré.
-Es tan sencillo como esto: Un perseguidor u otro ser relacionado con estos, se han alimentado de ellas y han arrebatado sus almas.
Me quedé callada y sentí como el vello de mi piel se erizaba. Tenía miedo, o más bien … no sé como me sentía. Me daba miedo soltar alguna palabra, pero empecé a hablar poco a poco.
-Si, es muy sencillo entenderlo-comencé a decir-. Pero … ¿es sencillo buscar una solución?
-Bueno … depende de lo que quieras solucionar.- La bruja no sé qué estaba haciendo, pero me estaba vacilando.
-¡Pues buscar una solución! Salvar las vidas de mis amigas- dije en voz alta.
-¿Serías capaz de salvar una vida… arriesgando la tuya?- me preguntó con
cierto misterio que me dejaba sin aliento.
-¿De qué va esto?- dije confusa.
-Ah, claro, es verdad tengo que explicártelo.- dijo tranquilamente.
No soportaba que aquella mujer se tomara con calma la situación.
-Recopilemos los datos: tus amigas han perdido el alma, y alguien se está haciendo pasar por ellas, tendrás que matarlas.
-¿Qué? ¿Cómo?- dije.
-Tendrás que matarlas con una espada que elimina por completo a la criatura que está en sus cuerpos.
-Umm.. Y … ¿dónde está la espada? ¿dónde la consigo?- pregunté.
-Te la daré yo- Me miró con una mirada fulminante-; pero a cambio de algo.
-¿Qué quieres que haga?
-Quiero que firmes esto.- Me mostró un papel con palabras raras.- Quiero que lo firmes con tu sangre.
Cogí el papel y la bruja me ofreció un cuchillo. Rehusé a cogerlo, pero no sé como pasó que la mano me sangró y unas gotitas de sangre salpicaron sobre el folio. Me quedé boquiabierta. La bruja recogió el papel firmada por mi sangre y la guardó y a continuación me entregó la espada, pesaba bastante pero era realmete bonita; estaba afilada y el mango con la que la sujetaba era muy dura.
-Tendrás que empuñarles la espada en el corazón, y el alma saldrá volando, a continuación éste vendrá hacia aquí y lo tendré listo para que tus amigas vuelvan a tener sus almas.
-Muchas gracias- dije.
-De nada.- Me miró con cara maliciosa, como si quisiera matar a alguien.- El placer ha sido mío.

Me fui de la tienda junto con la espada. El tamaño no era problema para meterlo en mi mochila, era pequeña, pero pesaba una barbaridad. Fui a buscarlas, decidida a matarlas,
a apuñalarlas, tal y como me lo había dicho la bruja. Me sentía valiente a pesar de lo vulnerable que era, lo que me causaba aún más horror. Nunca había matado a alguien, ni siquiera había cogido un cuchillo con la intención de que la sangre se derramara sobre él. En fin, tenía que hacerlo, sino ¿qué podía hacer?
Me situaba en un parque cuando las vi. Me acerqué a ellas y las llamé.
-¡Ariana, Alex!
-Liza- dijo Alex.
-Hola.-saqué con cuidado la espada que llevaba en la mochila.- Solo quería deciros que …
Ariana me interrumpió y enseguida su voz se alzó.
-… nos quieres matar- dijo.
Me quedé helada, no soportaba que ella dijera eso, a pesar de que ella no era Ariana. Se acercó a mi intentando coger la espada, pero yo enseguida me defendí y avancé con la espada por delante para que no avanzara ni un paso más.
-No lo dirás enserio-dijo Ariana.
-¿No lo ves?- dije yo encarándome a ella.
-Si, ya lo veo, pero tú no serías capaz de matarnos.-Su mirada me fulminó y la mano me temblaba.- Eres débil.
-¡Cállate!-grité.
-Liza, somos tus amigas-dijo Alex.
-No,no lo sois.
-¡Claro que lo somos!- Alex también se acercó un poco más y estaba detrás de Ariana.- No quieres matarnos, Liza.
Me quedé muda, no podía hablar, simplemente todo ocurrió a cámara lenta. Yo, presionando la espada en el corazón de Ariana, lo saqué y fui a por Alex, que no se movía.
-¡La has matado! ¿Cómo ha podido…?
No pudo decir nada más, ya que yo ya le había clavado la afilada espada en su pecho. Un gran charco de sangre hundía al parque. Centenares de lágrimas salían de mis ojos. ¿Y si eran las verdaderas Ariana y Alex? ¿y si eran ellas? Era demasiado tarde. Yo ya me había desecho de sus vidas. Me arrodillé en frente de ellas y las observé. Estaban quietas, sin ningún movimiento, en fin, estaban muertas; muertas por mi culpa. ¿Un acuerdo con una bruja?
Espero que haya sido una pesadilla pensaba. Un fuerte viento azotó mi cara y vi lentamente como unos copos de nieve aterrizaban sobre el suelo.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Capítulo 6: BUSCANDO EXPLICACIONES

Madeleine y Jack seguían allí, cogidos de la mano. Yo estaba a punto de irme cuando una espina de rosa me pinchó la mano, haciendo que sangrara. El dolor era profundo. ¿¡Pero qué hacía una rosa en el suelo!? ¡Qué dolor! Dejé escapar un grito ahogado, y supuse que ellos me habían escuchado. En efecto, me habían escuchado.
-¿Qué ha sido eso?-preguntó Madeleine.
-Voy a ver.-dijo Jack dirigiéndose a dónde yo estaba.
Busqué enseguida algo para ocultar mi cara. Me sangraba la mano, y me dolía mucho. Enseguida me desplacé a otro matorral a cuatro patas. Me volví a esconder y ví los zapatos negros de Jack junto al charco de sangre que había en el suelo junto a la rosa. Enseguida supe que él sabía que yo estaba allí, debajo y enfrente de él. Encogí mi cuerpo, no sólo lo encogí por el temor de que oliera mi sangre y descubriese que era una Luchadora, también era porque necesitaba tapar mi cara con algo. Adelante, a volver a correr. Me levanté con cuidado y salí corriendo de nuevo. No sé por qué me atreví a mirar hacia atrás, pero eso me demostró que Jack me estaba siguiendo. ¡Dios! ¿Qué habré hecho para que me quisieran matar? Pensé. Sabía que me iba a alcanzar así que me paré y me giré para verle.
-Está bien ¿vale? No os estaba espiando, ¡me estaba escondiendo! Y te preguntarás … de que; pues bien me estaba escondiendo de una
que me quería matar. Y esto no es nada.-le enseñé la mano.- No quería que me descubrieséis así que me escondí y me clavé una espina de rosa en la mano.- él se rió.- Si… tiene mucha gracia.

-¿Sabes que no deberías de estar aquí?- me preguntó.
-Sí, lo sé, y la verdad es que no sé que hago aquí.- le contesté.
-Déjame que cure la mano.-me dijo.
-¡No! Ni hablar.- le contesté escondiendo mi mano.
-Pues los Perseguidores te matarán si huelen tu sangre.-dijo preocupándose de mí.
-¡Qué más dá! Si tú también lo vas a hacer.- le dije.
-Podría… Pero tampoco estoy tan necesitado de sangre.- me dijo con tono dulce pero a la vez creídamente.
-¡Qué no quiero que me cures! No soy una cría.-insistí.
-Sí que eres cabezota.- se acercó a mí y me cogió la mano.
Estuve callada mientras que él sacaba un pañuelo de su bolsillo. Me pasó el pañuelo por la zona dañada, limpíandome la sangre q
ue chorreaba de mi mano. --Toma, quédatelo. Si vuelve a sangrar límpiate con él.-me dijo.
-Sé lo que tengo que hacer- dije ignorando su consejo.
Él sonrió y yo me sonrojé . Le devolví la sonrisa e hice ademán con la mano que me había curado. La escena fue un poco “extraña”, ya que Jack se fue y Madeleine estaba enfrente de él, lo cual quería decir que ella había visto como Jack se comportó conmigo: cariñosamente y amablemente.

Vi mi reloj y eran las dos de la madrugada. Había tardado unas cuantas horas en irme de aquella casa. Pero al fin y al cabo, ya me encontraba en mi habitación. Cogí el pañuelo que me había dado Jack y lo olí. El olor de su perfume, el frescor de su piel… me daban tan buenas sensaciones que agradecía haber estado cerca de mi enemigo. Me tumbé en la cama y cerré los ojos. Cuando los abrí, mi habitación estaba oscurísima. Al principio creí que era de noche, lo que me resultaba muy raro, pero ya comprendía lo que pasaba. El día estaba nublado, y las hojas de los árboles se caían formando una alfombra dorada
en el suelo. El viento soplaba, y el otoño estaba ya en Darkness. Me quité el vestido de sirvienta y lo metí en la mochila. Me puse unos vaqueros, una camisa de manga larga de color azul oscuro y bajé a desayunar. Cuando estuve abajo, la señora Marshall no estaba pero el desayuno estuvo en la mesa junto a una nota que había escrito la señora Marshall: “Os he preparado el desayuno. Me he ido al médico. ¡Qué tengáis un bonito día!”
Dejé la nota sobre el jarrón y me senté para desayunar. Vertí cereales en el vaso de leche cuando Debby apareció y tomó asiento.
-¿A qué hora volvistes ayer?- pregunté.
-A las dos y media o algo así-dijo soltando un pequeño bostezo.
Me concentré en los cereales. La cabeza me daba vueltas y recordaba cada cosa que había ocurrido el día anterior. “Casa de los Black, la sicópata, Madeleine, Jack, Dylan, Debby…. Falta algo … me he olvidado de alguien…” pensaba.
-¡Mierda!- golpeé la mesa.
Mi golpe fue tan fuerte que se cayó todo lo que había en la mesa.
-Joder Liza, ¿qué haces?- me dijo mi hermana echando humos.
No contesté, me limité a coger la
mochila y salir corriendo. ¡¡Ariana y Alex!! Me había olvidado de ellas. Cogí el móvil disparatadamente y marqué enseguida el número de Ariana. Nada, ninguna respuesta; lo volví a intentar con el número de Alex, igual, ninguna señal que me demostrasen que estaban sanas y salvas. Me aterroricé, el viento soplaba y hacía frío, las nubes se oscurecían y gotas de lluvia estaban a punto de caer. Corrí y aumenté mi velocidad hasta que llegué al instituto. Había tanta gente que me impedían ver dónde estaban. La campana sonó y fui a mi aula. ¡Allí estaban! Estaban allí, en clase. Me acerqué a ellas e intente mantener una conversación.
-Hola…-dije.
Ellas no contestaban pero me miraban fijamente a los ojos, como si intentasen adivinar lo que pensaban. Se miraron entre sí y pusieron los ojos en blanco. La señora McFaith, mi profesora de literatura apareció y tuve que sentarme en mi sitio.

La tercera hora de clase finalizó y todos nos dirigimos al comedor. No vi a mis amigas por ningún lado. Tristemente esperé a en la fila para coger mi comida. La cogí y busqué un sitio libre. Vi que Ariana y Alex estaban sentadas solas, hablando. Intenté acercarme a ellas.
-¿Qué os pasa?- pregunté.
-Nada-contestó Alex.
-¿Cómo que nada? ¿Dónde estabais anoche?- dije istérica.
-¡Eh! Cálmate un poco. Anoche uimos de la casa de los Black y nos fuimos a casa, sin ti- dijo Ariana restregándome todo en la cara.
-¿Te molesta?-me preguntó Alex con una sonrisa diabólica.
-Sí, me molesta, y mucho- contesté.
Ariana cogió una manzana y clavó sus uñas en ella haciendo que me asustara.
-Pues vete-me dijo mirándome fijamente.
Y eso fue lo que hice, me largué. Mis ojos estaban vidriosos, pero no quería llorar. Fue algo inesperado y no sabía como reaccionar ante lo que ocurría. Pero la pregunta que merodeaba por mi cabeza era “¿Por qué?”.


Mis manos temblaban mientras que iba a dirección a casa. Pensé si había alguna solución, para saber el por qué del comportamiento de mis amigas. Sabía un lugar del que me habían hablado en el que la gente iba cuando surgía una situación muy seria. Fui hacia allí. Era una tienda en el que ponía “Regalamos vidas”.
Entré, y todo estaba oscuro. Los muebles estaban sucios, llenos de polvo. Había cuchillos, hachas y productos de brujería. Me apoyé en una mesa y cuando levanté la mano con la que me había apoyado, ésta estaba llena de sangre. Miré la mesa y había un corazón palpitando, un corazón de carne, de verdad, con sus venas, sus válvulas y sus arte

rias. Me alejé de la mesa y pensé en retroceder, pero ya era tarde, una sombra aparecía en medio de una pequeña bombilla que iluminaba toda la tienda de brujería.





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HOolaa! Bueno he estado muy poco activa por el instituto,pero vamos que aquí tenéis el capítulo6 en el que Liza arriesga su vida por saber una supuesta verdad =)

Espero que os haya gustado,
Elenaa

P.D.: Por cierto dar las gracias a Gema y a Sandra, mis amigas que están siempre allí. Gracias chicas ;)

jueves, 8 de septiembre de 2011

Capítulo 5: VOLVER... ¿PARA MORIR O PARA SEGUIR VIVIENDO?



Sabía que huir era propio de una cobarde, pero no sabía que hacer así que, si mis amigas estaban en aquella casa, yo las había abandonado y si mi hermana había desparecido, yo no podía hacer nada ya que no sabía donde se encontraba. Salí de la casa de los Black corriendo, aumentaba mi velocidad cuando pensaba que alguien estaba a punto de tocar. Cerré los ojos cuando corría, y cuando al fin los abrí, me encontraba fuera de la casa, justo en la puerta principal. Un escalofrío me recorría la piel. No sé que me pasaba, algo me decía que tendría que quedarme en la casa, pero por otra parte me daba miedo quedarme allí, sola. Miré mi reloj, las once y cuarto. Me quedé viendo la hora un par de minutos cuando las farolas que alumbraban la calle se apagaron. Una brisa infernal me recorrió todo el cuerpo, como si estuviera observándome. Volví a cerrar los ojos durante un buen rato; los abrí y no pasaba nada de lo que me estaba imaginando. Imaginaba que estaba en mi habitación, un lugar cómodo y pacífico. En el lugar que me encontraba, todo era incómodo, y cualquier amenaza acechaba a mi alrededor.¡Estaba en la casa de la familia de unos Victoriosos! ¿Qué me creía que podía ser un héroe salvando a mi hermana? ¿Qué podía ser una sirvienta que todo el mundo conocía de toda la vida? ¿Qué podía salir de aquel lugar si
n que me preguntaran “a dónde vas”?
-Pues no, ni soy un héroe, ni soy una de su raza y ni puedo salir de aquí.-dije en alto para que alguien me diese una explicación de porqué me tenía que ocurrir esto a mí.
Miré al cielo, la luna estaba clara, era tan bella, que a pesar de que todo estaba oscuro ella brillaba por encima de todo. Tal vez eso es lo que me pasa a mí. Todo en mí estaba oscuro: desesperación ,duda ,miedo; todo negro, como la noche. Tal vez tendría que actuar como la luna, iluminarme en aquella oscuridad. Sabía que era estúpido tener esa idea, pero no me podía quedar allí, sin hacer nada sabiendo que mi familia estaba en peligro. Me dí la vuelta y allí nos encontrábamos, la puerta de la casa de los Black y yo. Abrí la maldita puerta y me adentré de nuevo en aquella mansión, pero esta vez yo sola.
-¡Alex! ¡Ariana! ¿Estáis aquí?- grité haciendo que mi eco sonara por toda la casa.
Alguien por detrás me tocó.
-¡No me toques!- grité.
-¿Pero que te crees?- me preguntó una voz.

Me giré, y allí estaba la cocinera; a la que creí que era una sicópata.
-¿Qué haces gritando? ¿A quién llamabas?- me preguntó con voz tranquila.
- A nadie.- contesté yo con ojos como platos.
-Vaaya, así que no llamabas a nadie ¿no?- la mujer que tenía detrás de mí me volvió a tocar.
-¡No me toques!- grité con tono despectivo.
-¿No quieres que te toque?- sus ojos empezaron a convertirse en ojos asesinos.
El color de su iris cambió a un tono rojizo; y yo empecé a estremecerme. Me cogió de la mano, y yo enseguida la aparté.
-¡Qué no me toques!-grité con todas mis fuerzas, como si estuviera loca.
Corrí y ella me siguió. Cuando estuvimos lo bastante distantes porque ella había parado de seguirme, me gritó unas palabras:
-¿Piensas que soy una sicópata? Pues ten cuidado pequeña Luchadora. De aquí no sales hasta que tu cuerpo muera y tu alma esté en las manas de los Victoriosos,¡sucia! Ya me encargaré yo de que no vuelvas a entrar en esta casa. Cogeré tus tripas y las tiraré a los mendigos para que se los coman. Ja,ja,ja.

Genial. Me querían ver muerta y humillada.. Oí sus pasos alejarse y enseguida vi mi reloj, las once y media. Me quité los guantes de sirvienta que llevaba, ya no me importaba dejar
huellas; me quite el bonito delantal y me solté el pelo. Me apoyé en una columna y a continuación me senté. Apoyé mi cabeza en mis rodillas y dejé escapar unas lágrimas. No sé como me sentía, tal vez me sentía como si fuera un hormiga, diminuta, insignificante. No podía huir. Me había arrepentido de volver a entrar a esta casa. Pensar en el arrepentimiento hacía que me sintiera egoísta. A lo mejor ellas están es sus casas pensando que yo estoy en la mía, pero esa era un cincuenta por ciento de lo que podía ocurrir. ¿Por qué la vida tiene que ser tan complicada? ¿Por qué no hay solo una posibilidad? ¡A la mierda mi vida! Comencé a andar, y enseguida empecé a sudar sin dar ningún paso. El miedo me aterraba, tenía que estar alertar por si venía aquella Perseguidora que me quería matar. Fui al jardín y me quedé contemplando las flores. Oí pasos, y enseguida me escondí entre los matorrales. Era una bella chica. Su cabello era rubio, dorado; como si tuviera oro en cada pelo. Sus ojos que destacaban eran azules claros, como el cielo de una mañana clara; y sus labios eran finos y delgados, tan delicados. Vestía un bonito vestido de color verde que le marcaba el escote en forma de V. Tenía el pelo suelto, natural, tan perfecto que parecía una odisea. Entonces me miré, mi aspecto no era para nada igual que la de aquella chica. Yo era castaña con ojos marrones y en aquel momento vestía un traje de sirvienta; bueno sin el delantal. Volví a oír otros pasos que se dirigían a ella. Era la Perseguidora que me seguía. Me estremecí y contuve mi respiración.
- Señorita Montgomery, ¿desea algo?- le preguntó.
-No, gracias, estoy esperando a Jack.- dijo.
-¿Quién es Jack, señorita Madeleine?-volvió a preguntar.
-Jack Stone.- contestó.
-¡Oh! Ese chico tan guapo del que habla usted siempre.-dijo como si fuera tonta.- Un momento, ¿y qué hace Jack aquí? Él solo viene para asuntos importantes.
-Hoy es un asunto importante. Dylan Black acaba de presentar a su “querida amada” Debby Marshall.-contestó ella.
-¿Le parece eso importante? Porque a mí no.- se contestó la Perseguidora.
-Una pregunta, ¿por qué Jack tiene una habitación en una casa que no es la suya?-preguntó Madeleine.
-Bueno, Dylan es su amigo, es como si fuera su hermano y claro, él le deja
espacio en su casa
para cuando él quiera venir.-contestó de nuevo la Perseguidora.


Su conversación se interrumpió cuando el chico al que conocí hace un par de horas es-

taba justo en la entrada del jardín. La Perseguidora se fue y al fin podía respirar.
-¡Jack!-gritó Madeleine.

El chico al que conocí se llamaba Jack, y fue corriendo hacia Madeleine. Ambos se abrazaron. Y se sonrieron, y a continuación se besaron. Los labios de Jack junto a los de Madeleine, luna y estrellas.
-Te he echado de menos.- dijo Madeleine.


-Yo también, pero bueno ¿quién nos va a interrumpir este momento?-dijo Jack con una gran sonrisa.
Se volvieron a besar, ella enredando sus brazos
en su cuello y el sus brazos en su cintura. Aparté la mirada. ¿Sería yo capaz de interrumpirles? Me sentía un poco celosa en aquel ambiente. Era algo raro que en un momento tan ín
timo esté alguien viendo. Bueno en realidad no era tan raro, ya que yo ya lo había hecho antes.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Capítulo 4: PERDIDA

Seguí el sonido melódico. Cuando finalmente el sonido estaba cercano, me puse a correr para averiguar de dónde venía. Abrí una puerta donde la melodía se podía oír tan vivamente que parecía que yo fuese una nota de la partitura que estaba alguien tocando. Estaba en una habitción. La habitación era amplia, con una gran cama con sábanas blancas, que estaban pegadas a una pared cerca de la ventana. Había un piano negro con todas sus ochenta y ocho teclas; un aramario y una lámpara en el techo. Me acerqué al escritorio dónde había muchos papeles esparcidos por la mesa. Cogí un papel dónde había palabras tachadas; otro papel que estaba arrugado…
Debajo de aquel desastre, había un cuaderno con poesías, o simplemente palabras escritas en prosa. Empecé a leer la primera poesía:

No puedo respirar,
Tu ausencia me lo impide,
Ya no puedo cantar,
Tu silencio no me lo permite.
Cada mañana al despertarme,
Pienso en otra oportunidad,
Que cuando vaya a levantarme
Al fin tus ojos mirar.
Quisiera yo tener alas,
Para volar por el cielo,
No preocuparme de nada,
Para vencer a mi miedo.
Pero….
Si volar fuese fácil,
Yo a ti te invitaría,
Cogiendo tu mano frágil
A volar al lado mía.

Versos de J.


… Todos aquellos versos me habían enamorado, pero había algo que no podía adivinar; ¿qué significaba aquella J de “Versos de J”? Empecé a pasar las hojas del cuaderno y leí: Palabras, ¿qué son las palabras? ¡Qué son si no tengo nada! Desde aquella vista, parecía una devoradora de letras; no hasta que alguien habló…
-Me parece que este no es tu lugar.- me dijo una voz masculina.
Estaba de espaldas, no le podía ver, pero me giré y le vi: Pelo castaño, ojos verdes, nariz delineada y boca perfecta; a pesar de la oscuridad de la habitación, vi su cara, parecía que él brillaba por sí solo. Llevaba una guitarra colgada en su pecho. Era él el que tocaba aquella bonita melodía.
-¿Has sido tú el que tocaba?-pregunté.
-¿Qué haces aquí?- me preguntó ignorando mi pregunta.
-¡Oh, perdón! Ya me iba.- dije dejando el cuaderno sobre la mesa como si no hubiera pasado nada.
-Umm… Me parece que no te irás hasta que me expliques que hacías aquí.- me dijo impidiéndome el paso.
- Bueno, yo … estaba en el balcón viendo las vistas del jardín cuando escuché el sonido de tu guitarra; quise saber de donde procedía, así que seguí el sonido de la música-expliqué.
-Ya… Pues señorita, no vuelva a entrar aquí y haga su trabajo.-me dijo con tono cortés.
-Si yo venía a hacer mi trabajo, iba a… limpiar la habitación.- dije.
-Pues no hace falta que vengas a limpiar, ya lo limpiaré yo ¿me entiendes?- me dijo poniendo su mirada clavada en la mía.
-Está bien.- dije.
Me dirigí a la puerta con una sonrisa. Cuando estuve fuera, vi una nota en el suelo; la cogí y la leí.
Se necesita al jardinero para plantar semillas en mi corazón. Os espero en el jardín a las doce.
- Vaya, me parece que esta nota es para ti.- dije con ganas de romperla.
Vino hacia a mí y volvió a posar sus ojos en los míos.
-¿Me la das?- me dijo con una sonrisa.
Se la dí. La leyó y se fue, dejándome sola en la habitación. Yo también me fui pero primero me quedé viendo la habitación, dónde le había conocido. Caminé por los pasillos oyendo el eco de mis pasos. Me apoyé en una columna, cerré los ojos y volví a oír el sonido de la guitarra, pero esta vez en mi cabeza. Cada nota retumbaba en mi cuerpo, haciendo que pensará en el misterioso chico. Por un momento pensé que debería ir al jardín para ver si estaba, pero estaba en esa casa para vigilar a mi hermana; algo que no estaba haciendo. Corrí para ver si Ariana y Alex seguían en la gran sala.
Cuando al fin llegué, no había nadie allí, solo yo, el silencio y la luz que iluminaba la sala. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, algo no marchaba bien, me puse nerviosa y continué corriendo para buscar a mis amigas. Pensamientos, que no eran nada agradables, se posaron sobre mi cabeza haciendo que el miedo se apoderada de mi. Tampoco había rastro de Debby; si fuera a buscarla, Alex y Ariana se quedarían solas aquí, y claramente habíamos venido juntas y si nos marchábamos de la casa de los Black, nos iríamos solas. ¿Qué podía hacer? No había nadie en la casa y además, no sabía dónde estaban mis compañeras de espionaje, ni tampoco sabía dónde diablos se encontraba mi hermana… Estaba perdida: miedo, angustia y sin nadie a mi alrededor.


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Siento mucho no poder haber publicado los capítulos, he tenido problemas con el ordenardor....
Tengo ganas ya de leer las historias de mis seguidoras y en ello estoy e.e
Dar las bienvenidas a Luz que es nueva en esto (igual que yo) xDD

Espero que os haya gustado este capítulo, y a mí esto me esta dando .......... miedo ¿encantrará Liza a Ariana y a Alex? ¿Dónde se habrá metido Debby? ¿Como se llama el chico que escribía las poesías? ¿De quien era esa nota tan romantica? En fin preguntas que poco a poco tendrán respuestas, para ello tendréis que seguir disfrutando.

Un abruuuzoooo