miércoles, 24 de agosto de 2011

Capítulo 3:SONIDO


Acompañé a Ariana a casa y a continuación me fui yo a la mía.
Entré a mi habitación y me tumbé en la cama. Estando boca arriba, pensaba en que Debby debía de estar con Dylan. Cambié de posición y me coloqué boca a bajo. Cuando estuve totalmente relajada, alguien había abierto la puerta, y enseguida miré hacia ella.
-Esta noche no estaré en casa.- dijo mi hermana que llevaba todavía la mochila del instituto.
-¿Y por qué no estarás en casa?- pregunté yo vacilando.
-Me voy a casa de los Black.- me contestó.
-¿Quiénes son los “Black”?- volví a preguntar.
-Son la familia de Dylan, me ha invitado a cenar a su casa.- dijo Debby.
-Umm… ¿Vas a ir tú sola?- pregunté incierta.
-Me vendrá a recoger Dylan… pero por favor no se lo digas a la señora Marshall.
Sin ninguna respuesta mía, Debby se fue con cara de “¿no me dices nada más?”.
No dije nada porque estaba pensando en un plan. Quería proteger a mi hermana de ese Victorioso y además quería saber como era su familia. Corrí a coger el teléfono y llamé a mi contactos: Alex y Ariana.
Dos horas después Alex y Ariana llegaron a mi casa.
-¿Por qué están ellas aquí?- preguntó Debby con cara extraña.
Yo la ignoré e invité a mis amigas a pasar dentro.
-Oh, Hola chicas.- dijo la señora Marshall.
-¡Hola!- contestaron Alex y Ariana a la vez.
-Lizabeth, ¿vas a necesitar algo?- me preguntó la anciana que estaba cansanda.
-No, no se preocupe.- contesté yo amable.
-Está bien pues entonces me voy a dormir.- dijo.
Antes de que se fuese, me dio su beso de las buenas noches. Yo sonreí, devolviéndole el beso. La señora Marshall, era una anciana que cuidaba de mi hermana y de mí, era como nuestra madre, ella nos dejaba libertad para hacer lo que quisiésemos, pero se preocupaba mucho por nosotras. Cuando finalmente la señora Marshall se fue, nosotras subimos a mi habitación.
-Bueno, ¿cuál es nuestra misión?-preguntó Alex.
-No es ninguna misión, tan solo es perseguirlos, entrar en su casa y averiguar algo sobre él, o bueno algo sobre su familia.-dije yo como si fuera algo simple.
-Vaaya… ¿y si nos pillan?-preguntó de nuevo Alex.
-Ya impovisaremos alguna cosa.- contestó Ariana.
Me reí y les contagié mi risa. Íbamos a entrar en la casa de nuestro enemigo sin saber ellos lo que nos disponíamos a hacer. Teníamos miedo, pero las ganas de saber que iba a ocurrir nos impulsaban a hacer esa locura.
Nos pusimos unas máscaras cada una para no dejar al descubierto nuestras caras. En cuanto vimos el coche de Dylan aparecer, supimos, que la "aventura" por así llamarla comenzaba.
Seguimos al coche con nuestras bicicletas. Por suerte no perdimos al coche de vista, y pudimos llegar a la casa de los "Black" sin ningún problema. El problema vino a continuación cuando no sabíamos por donde entrar; claramente, íbamos a entrar por la puerta trasera, pero no sabíamos donde estaba. Alex con los nervios que tenía, averiguó donde se encontraba la puerta pero se llevó un buen susto, ya que se cayó de culo hacia el interior de la cocina. Ariana la ayudó a incorporarse y yo cogí los uniformes de sirvientas. Les pasé los trajes y nos los pusimos. Nos recogimos el pelo y nos miramos las unas a las otras. Nos empezamos a reír porque no pudimos evitarlo.
-¿Pero qué diantres estáis haciendo aquí? Id inmediatamente a darle la bienvenida al señorito Black.- nos ordenó una señor robusta como un árbol.
Nos dirigimos a la entrada y vi a mi hermana que llevaba un bonito vestido de vuelo blanco con zapatillas conjuntadas con su vestimenta.Parecía tan natural, que no me gustaba fastidiarle la cena aquella noche, pero debía de hacerlo.
-Buenas noches, señor Dylan- Ariana pisó a Alex.- ... quiero decir... señorito Black.- dijo finalmente Alex.
Él la ignoró completamente, y acompañó a Debby al salón. Ariana me susurró algo al oído:
-Voy a deshacerme de las chicas a las que hemos sustituido, parece ser que ya han llegado ¿qué les hago?-me preguntó.
-Ummm, pégales con la cacerola y ...
-... luego las escondo en el jardín.
-Exacto.
Parecíamos unas chicas malvadas. Sonó un sonido fuerte que procedía de la cocina.En efecto, era una cacerola. Fui corriendo a ayudar a Ariana. Escondimos a las tres sirvientas lejos de la casa y luego al volver se nos volvió a plantar la señora que parecía un árbol:
-¡Id inmediatamente al salón con Anna!- nos ordenó.
Ariana y yo pensamos que Anna debía de ser Alex. Corrimos hacia el salón y desde aquella vista rápida vi como era la casa. Era inmensa, una escalera de caracol, paredes de mármol, suelo de madera barnizada, y unas grandes ventanas que estaban cerradas. Llegamos al salón y vimos a todos los invitados sentados en una gran mesa,llena de vajillas de porcelana. Nos situamos cerca de Alex y escuchamos la conversación de los invitados.
-Bueno,os presento a Debby Marshall.-dijo Dylan.
-Un placer Debby, yo soy la madre de Dylan, Alice.- dijo la señora que iba muy elegante.
-El placer es mío señora Black.- contestó mi hermana bebiendo un sorbo de agua.
La cena continuó en silencio, Alex y yo éramos muy torpes al recoger los platos, ya que teníamos miedo a que nos descubrieran. Lo que más me llamó la atención, fue cómo Dylan miraba a Ariana, se suponía que Ariana era una sirvienta y que nadie la reconocía, pero él la miraba con una mirada tan fulminante que no podía evitar ver la escena. En cambio Ariana se mantenía al margen y se mostraba firme, pero cuando Dylan estaba despistado, ella le echaba una mirada por el rabillo del ojo. Seguíamos así toda la noche, de pie, cerca de la puerta, esperando a que alguien quisiese algo. Dylan y Debby se levantaron. Yo hice una seña a las chicas para decirles que les iba a seguir.
Lo que estaba haciendo era algo así como espiar, ya que les estaba intimidando.
Dylan la llevó al balcón, donde se podía ver el crepúsculo de la noche, todo oscuro,dónde lo que más destacaba era la luna; lugar perfecto para besar a una chica. Estaba a punto de toser par inerumpirles, pero un ruido melódico me lo impedía. Me pregunté de dónde procedía y me limité a seguir el sonido, dejando a mi hermana y a Dylan solos, ocultados en la penumbra de la noche.

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Bueno os he dejado con el misterio.... ¿Qué habrá más allá del sonido?
Pues ya veis, Liza está "espiando" a su hermana junto a sus amigas: Alex y Ariana.
Miraditas entre Ariana y Dylan ..... Esto es el comienzo de algo .... no puedo contar más
Daros las gracias por darme esta oportunidad de compartir con vosotros mis historias y tambien decir a Elenna gracias por seguirme.
Espero que os haya gustado este capítulo =)

lunes, 22 de agosto de 2011

Capítulo 2: FRUSTRACIÓN

Llegamos al instituto, el silencio siniestro seguía merodeando por los pasillos por los que caminábamos. Parecía que no había nadie, sólo nosotras: Alex,Ariana y yo.
-Está bien, ¿quién es ese tal Dylan?- preguntó Alex.
Nadie respondía a su pregunta, yo porque no tenía ni idea de quien era y Ariana no contestaba porque parecía que no nos lo quería contar.
-Genial. Ninguna respuesta.-dijo Alex irónica.
Yo también me encontraba en el mismo estado que Alex, ansiaba por saber quien era aquel chico. Ariana era una chica con ojos verdes oscuros, su color se parecía a la hierba oscura de un bosque; su pelo, rizado, daban a su cabello volumen. Su boca era grande, al igual que su sonrisa, radiante. Sus dientes blanquecinos se lucían cada vez que ella sonreía. Vestía siempre ropa casual, aunque lo que destacaba de su estilo, es que siempre vestía prendas oscuras, como si fuera una pequeña chica gótica, algo que a mi me encantaba. Ella era una persona amable, divertida, y sobretodo defendía y ayudaba a la gente.
Ariana nunca nos ocultaba nada, al menos era lo que yo pensaba. Alex y yo la miramos a los ojos y su respuesta nos sorprendió.
-¿Por qué me miráis así?- preguntó.
-Sabemos que lo sabes-dijo Alex haciendo un juego de palabras.
-¿De qué estás hablando?-preguntó Ariana inquieta.- No tengo nada que ocultaros, y si lo tuviera, ¿tendría la obligación de decíroslo? Me parece que no.
Alex hizo un ademán y se fue sin decir ninguna palabra. Ariana se limitó a imitarla e hizo lo mismo. Y allí estaba yo, en medio del barullo del pasillo, sin tener respuestas a las preguntas que me formulaba: ¿Quién era Dylan? ¿Conocía Ariana a Dylan?
Al terminar las clases, no vi a Alex, seguramente sus padres venían a recogerla. Tuve que hacer el camino a casa sola; no hasta que, me crucé con Ariana.
-Necesito hablar contigo.
-Si vas a empezar con el rollo de quién es Dylan, olvídate de hablar conmigo.
-¡Ariana! Necesito saberlo, esta mañana vi a Debby besando a ese tipo y ella había cambiado, tenía el mismo aspecto que Dylan; rebelde, revuelto como si no le importara nada los demás.
-Todos los Victoriosos tienen aspecto revuelto, eso hace que sean unos perfectos asesinos.
-Dylan es …
- … sí, Dylan es un Victorioso.
-¿Y cómo sabes que es un Victorioso?
-Nunca le he contado a nadie la historia de cuando conocí a Dylan. Pero bueno, sé que puedo confiar en ti.

Todo comenzó una tarde de invierno, cuando mis padres me explicaron la existencia de los Victoriosos. Me advirtieron de que no me acercara a ellos, ya que nosotros, los Luchadores éramos sus enemigos, y ellos los nuestros.
Conocí a Dylan hace un año cuando el iba a mi colegio. Él era mi compañero de clase, la verdad es que me llevaba bien con él. De hecho, cuando terminábamos las clases, me invitaba a dar un paseo por los parques. Me lo pasaba genial con él.Junto a Dylan la horas pasaban muy rápido;nunca había sentido algo así, es decir, pasar tantas horas con un chico.

Los días pasaban y el frío se apoderaba de mi cuerpo. Cuando estaba cerca de Dylan disimulaba no tener ningún problema, pero en realidad estaba tiritando de lo congelada que estaba
-Ariana, ¿tienes frío?-me preguntó.
-Sí, un poco.- dije yo sin poder acabar la frase.
Entonces él se acercó a mí y me abrazó. Sus fuertes brazos me estrechaban contra él, haciendo que la calidez de su piel transpasara la mía, dándome un calor que casi me quemaba. Nos separamos un segundo y vi su rostro: Ojos grises, pelo castaño y labios gruesos...
Me volvió a abrazar pero esta vez me susurró algo al oído.
-¿Me perdonarás?-me preguntó.
-¿Qué?- dije yo confusa.
Semanas después, comprendí por qué me había dicho eso.

Ariana apretó los puños como si estuviera haciendo un esfuerzo por contármelo:
-No hace falta que sigas Ariana, otro día hablaremos.
-No, déjame seguir contándotelo.

Dylan entró a mi casa, le vi cogiendo a mi madre del cuello para matarla. Al principio pensé eso, pero cuando vi su boca acercándose a mi madre, comprendía que la iba a matar pero de una manera más humillante,alimentándose de ella. El muy miserable se había aprovechado de mí para poder tomar su comida, la sangre de mi familia...
-¡Dylan!-Él se giró.-¿Qué demonios haces? Lárgate ahora mismo.- dije perdiendo el control.
-¡Oh Ariana! Lo ...
-No me vengas con "Lo sientos" Lárgate.
-No pretendía...
-¡No pretendías qué! ¿Hacerme creer que no eras el malo? Ya lo veo ...
-¡Ariana, soy un Victorioso!-me gritó.
-¿Cómo? ¿Qué eres un Victorioso?-dije casi sin palabras.
Dylan se acercó a mí, dejando a mi madre respirar. Cuando estuvo a punto de tocarme, cogí un cuchillo de la cocina y le amenacé.
-¡He dicho que te largues! Al no ser que quieras probar la sensación de estar más cerca de la muerte...
-Si me matas tu también morirás, ya que hemos pasado tanto tiempo juntos que ya somos como uno, es lo que hacen los seres como yo para coger a sus mejores presas-dijo como si no le importara nada que yo le amenazase con un cuchillo.

Sus palabras me hipnotizaban, y dejé el cuchillo en el suelo. Cuando volví a estar en un estado mejor, Dylan ya se había ido, dejando a mi madre y a mí allí, humilladas.

Me estremecí, Dylan era un Victorioso y Debby estaba con él.
Abracé a Ariana, que tenía los ojos vidriosos, como si estuviera a punto de llorar ...
La escena se quedó allí, sentadas junto a un banco de un parque, ambas en silencio como si el viento estuviera maldito.

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¡Ariana conoce a Dylan!

-Gema decirte que muchas gracias por todo y que te haya gustado este capítulo.

Gracias a todos por seguirme, aquí tenéis el misterio resuelto de "¿Quién es Dylan?". xDD
Un Abrazoo






sábado, 20 de agosto de 2011

Capítulo 1:PRIMER MISTERIO




Me levanté viendo el alba de la mañana. El sol aparecía por detrás de los fríos bosques cubiertos de nieve de Darkness. Fuera, hacía mucho frío, lo sentía porque mi cara estaba pegada a la ventana observando a los habitantes de la cuidad. Podía ver perfectamente a los Luchadores. Se habían levantado temprano para empezar a laborar en sus tareas. Se consideraban gente pobre, pero honesta, aunque la honestidad en aquella ciudad no se valoraba; por eso, los Luchadores se encontraban en el punto más bajo de la escala jerarquizada de Darkness. Después de estos estaban los Perseguidores, que eran seres peligrosos que se alimentaban de las almas y de los sentimientos de las personas, eran seres egoístas, no tenían corazón, ni siquiera tenían piedad de sus víctimas. Y en lo más alto de la cúspide, se encontraban los Victoriosos, que eran seres humanos con un poder sobrevalorado por los Perseguidores, pero despreciados por los Luchadores. Aquellos seres malvados hacían a los Perseguidores sus secuaces, y a veces cazaban para ellos. Se caracterizaban por su egoísmo y por su crueldad. Todo el mundo en Darkness debía de obedecer sus ordenes, al contrario recibían un castigo doloroso, injusto. Yo les odiaba, muchos de mi familia murieron por su culpa, y algún día de mi vida les vengaré.
Miré el reloj que estaba en mi mesita de noche, las seis y media de la mañana. Mi hermana ya se había despertado , podía oír sus pasos dirigiéndose al baño. Sabía que iba a tardar mucho en salir así que decidí bajar a la cocina y preparar el desayuno. Cuando las tostadas saltaron de la tostadora, lo puse en la mesa, junto a la tortilla y a la jarra de leche. Mi hermana tardaba mucho en salir del baño, así que subí a llamarla.
-Debby, el desayuno ya está listo.
-Todavía no he acabado- sabía que iba a decir eso.
-Ya has tenido suficiente tiempo para ducharte, ahora me toca a mí.- dije reclamando mi rato de aseo.
-Está bien, ahora salgo- dijo sin ninguna prisa.
Cuando Débora salió no pude evitar poner cara de sorprendida, pero esa cara desapareció igual como había aparecido. Fruncí el ceño y me acerqué a ella.
-¿Qué te has hecho en el pelo?-Pregunté confusa
-Nada, únicamente me he alisado el pelo -dijo como si no hubiera ningún problema.-¿Qué hay de malo?
- Te veo extraña… estás diferente-dije con cuidado.
-Pues me gusta estar diferente-dijo con satisfacción.
-Lo que te has hecho en el pelo lo entiendo, pero ¿por qué te has puesto ese maquillaje tan oscuro y esa ropa tan triste?- pregunté con curiosidad. Debby no era así, no le gustaba el color negro.- A ti no te gusta los colores oscuros Debby.
-¡Y tú que sabes!- dijo como si no me importara nada.-¡Déjame hacer lo que quiera con mi vida!-reprochó.
-Debby tú no eres así, no entiendo este cambio.-dije con tranquilidad.
-Vuelvo a repetir: Y tu que sabes.
-¿Quieres dejar de hablarme así?- pregunté pidiendo un poco de respeto.
- Has empezado tú, no deberías molestarte por la personas y preocuparte más por ti, yo ya soy mayor y soy consciente de lo que hago.-dijo con luminosidad en los ojos.
-Ya… y yo vuelo todos los días.-dije sarcástica.
-Esto es estúpido.-dijo con cara de pocos amigos.- ¿Te lo tomas a broma? Pues mejor para mí.
-Quítate el maquillaje.-dije musitando.
-No quiero, ¡deja de decirme qué tengo que hacer!-dijo gritando.
-Quítate el maquillaje, por favor-dije con educación esperando que ella me hiciera caso.
-Me largo, no quiero nada de ti-dijo dirigiéndose a su habitación.
La dejé marchar. No comprendía a que venía esa actitud por parte de mi hermana. Quizá yo también me había pasado diciéndole que se quitara el maquillaje, al fin y al cabo no se lo había quitado. Decidí olvidarlo para evitar problemas así que por fin entré al baño para darme una ducha.

Cuando salí, oí un fuerte golpe en la puerta. Alguien había entrado o salido de la casa. Fui corriendo a mi habitación casi desnuda, tan solo una toalla me tapaba. Me asomé por la ventana y vi a mi hermana acercándose a un coche negro. No podía ver perfectamente quien era ya que su largo flequillo le cubría los ojos. Intentaba concentrarme en la conversación que mantenían:
-Hola Dylan-saludó mi hermana.
-Hey-dijo el chico que se llamaba Dylan.-¿Lista para pasar el mejor día de tu vida?
-Sí, claro; aunque estando a tu lado todo es mejor-dijo mi hermana ruborizada.
Dylan bajó del coche y se acercó a ella, le enredó sus brazos en la curvada cintura de mi hermana y acercó sus labios a los suyos. La besó delante de mis narices, lo peor fue cuando Debby le devolvió el beso, este era más intenso. Mi hermana había encontrado algo al que amar.
Debby subió al coche con una sonrisa deslumbrante, estaba feliz; nunca la había visto tan contenta.
Me aparté de la ventana y me di prisa en vestirme. Oí gritos que me llamaban; eran voces familiares. En efecto, eran Alex y Ariana las que gritaban. Bajé corriendo las escaleras, abrí la puerta y salí de esa maldita casa.
-¿Por qué estabais gritando?-pregunté.
-¿Es esa la manera en el que nos dices “buenos días”?-dijo Alex.
-Supongo que sí-dije entre risas.-Lo siento, acabo de discutir con mi hermana y encima la acabo de verla besando a un tal Dylan.
Ariana puso cara maligna en cuanto oyó aquel nombre, era como si lo conociese de algo.
-Ariana, ¿qué pasa?-dije.
-Oh, no nada…-dijo ella.
-¿Le conoces?-pregunté con misterio.
-¿A quién?-preguntó ella como si no supiera por quien estaba preguntando.
-¡A Dylan!- dije con nerviosismo.- Estas en las nubes.
-¿Dylan?-preguntó.- No, no le conozco.
Estaba claro que le conocía. Ariana estaba muy nerviosa, estaba pensativa. Miles de preguntas aparecían en mi cabeza, quería respuestas, pero para ello tenía que hablar sobre el tema con Ariana, y viendo como estaba tenía que callarme. Nuestra corta conversación quedó atrás y el silencio se apoderaba por cada paso que dábamos.


jueves, 18 de agosto de 2011

Hooola!!

Hola! Bueno os quería decir que soy nueva en esto y que no sé como va.
Llevo escribiendo esta historia desde que la empecé y no me he rendido en continuar escribiéndola. Decidí compartirlo con el "mundo" y tengo que dar gracias a mis amigas: Gema y Sandra, que puede que estén metidas en esta pequeña historia que he escrito. Cada día publicaré un nuevo capítulo para que drisfrutéis leyéndolo como yo. Pues nada, espero que os guste y que os adentréis en esta fantástica aventura de la lectura...
(No lo olvidéis, todo es posible ¬¬)
Siempre he pensado en volver al pasado y cambiar todo lo que había ocurrido. Era lo que más deseaba. Si cometía un error podía retroceder y hacerlo bien; si me había metido en problemas, volvería al pasado con la intención de no volver a equivocarme. A veces me pregunto por qué digo esto, ¿será porque no me gusta mi presente? ¿será porque no me gustará mi futuro? ¿será porque odio a la gente que está a mi alrededor? ¿será porque tengo miedo a estar con alguien al que querer de verdad? Pues bien he estado buscando respuestas a mis preguntas, pero mi búsqueda ha sido un rotundo fracaso. No he encontrado respuestas, repuestas que me explicaran el por qué de mis pensamientos que me aturullaban la cabeza. Sabía perfectamente que el motivo por el cual yo quería volver al pasado había sido cuando le conocí, cuando le conocí a él.
No sabía como responder a esa circunstancia, así que empecé a pensar en desparecer, en acabar con todos mis miedos, y aquí estoy plantada sobre un árbol esperándole. Me estremecía mucho que el paso del tiempo hiciera que me olvidase de él, por tanto siempre pensaba en todos los momentos que pasé una vez con esa persona que cambiaba mi vida , en su cruel despedida, en sus ojos que hacían sacarme una sonrisa cuando estaba triste, todo era complicado sin su presencia. Me sentía muy culpable. Sabía perfectamente que no estaba en este mundo, que había … desaparecido. No quería estar aquí sin él. No tenía razones por las cuales vivir, merecía la pena desparecer y perdonar todos mis errores.
Yo había cambiado, ya no era la misma Liza, no era una persona vulnerable y callada; ahora era una persona fuerte, franca, una persona que no se ahorraba ningún comentario. No me gustaba ser esa persona, me arrepentía siempre cuando me iba a la cama, pero al día siguiente cuando despertaba, mis arrepentimientos volaban y seguía siendo la misma Liza que no me gustaba ser. Estaba torturada, exhausta por no dejar de pensar en él. Debía recobrar el frescor de mi vida, pero algo me lo impedía, algo me impedía respirar. Era un hueco en mis pulmones que no dejaba pasar el aire que necesitaba para vivir. ¿Sabía él que le estaba hablando, que le quería, o simplemente hablaba sola en la penumbra de la noche? No me importaba si nadie escuchaba nada, ni siquiera él, porque sabía que la esperanza de volver a encontrarnos podría llegar pronto. ¡No,no, otra vez no! La cabeza me daba vueltas y no podía mantener el equilibrio y me desplomé contra el suelo. Otra vez esos recuerdos… Intentaba no recordarlos pero algo hacía que lo volviera a recordar, me estaba haciendo año.
“¿No era esto lo que querías? Eres una estúpida, no se puede ser más … tonta.“
Su voz hacía que me estremeciera.
“No soy estúpida, ¡por lo menos no soy como tú! Tengo algo al que amar, en cambio tú no tienes NADA.”
“¡Cállate! Te tengo a ti, te tengo atrapada. Ahora no eres tú, ahora soy yo la que domina tu cuerpo.”
“¡Eres malvada, eres una bruja! Cuando el venga a por mi, me salvará y tu te irás al infierno.”
“¡Ja,ja,ja! Sí soy una bruja, una bruja malvada y una muy lista, porque no soy una persona que piensa que su querido amado muerto la irá a salvar… De verdad te lo digo, no sé como me ha resultado tan fácil engañarte, Jack nunca vendrá aquí, nunca ¿entiendes?”
Me tiré del pelo intentando librarme de sus palabras, mis manos se movían evitando que ella me hablase, intentaba abrir los ojos pero no podía. Me sentía débil, podía ser que lo que había dicho fuese verdad; pero sentía a Jack, le sentía, le podía ver… Su imagen perfecta se borró de mi mente, y lo único que podía sentir de verdad era su dulce voz acercándose a mi oído. Entendía perfectamente sus palabras, pero eso hacía que yo me estremeciera, ya que un muerto me estaba hablando y yo no le podía ver. Cerré los ojos y aún mantenía en mi cabeza sus palabras, que repicaban en cada sitio de mi cuerpo: “No me olvides.”
Atrapada, vagabundeando en este mundo que no me pertenece, rendida, cansada por lo que ocurre; pero aún así te siento, te oigo. ¡Oh! ¿Podrá ser esto posible? Si es así, mi mente me lleva al principio de todo.